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Precognición y «Cambios de Zecua»

Precognición y «Cambios de Zecua»

Los «cambios de Alberto Zecua» constituyen un buen medio que sirve de estudio a la precognición y su correlativo, que es el determinismo, sea el universal de Laplace, sea el determinismo local, restricto, relativo a una dada circunscripción relacional espaciotemporal.

Al afirmar que los «seres del espacio» consiguen ver el futuro [primero hice suponer que lo hacían físicamente; después dijo que él mismo, Alberto Zecua, les acompañó al futuro en viaje astral (...)], Zecua está, de forma conllevada, afirmando el determinismo, que equivale al hado, al destino.

Admitamos que sí, que esta existencia física se trata de un hado inevitable y previsible. Entonces, ¿Para que serviría vivir? Todos los rumbos ya estarían trazados, predeterminados. Y así el Universo resultaría una especie de juego de puzle practicado por quien o quienes lo hubieran creado.

Eso rezó Nietzsche con su (…) eterno retorno, basado en el Gran Ciclo (o Magno Año) de los antiguos caldeos y babilonios, en que todo al fin volvería, eternamente y siempre igual que antes, no más que un calco de todo lo que ya había pasado.

La comprensión con relación al plano físico también pasa por ahí.

En los hechos hay una probabilidad de acontecimiento. Y eso tiene que ver con la relación, que produce los dichos «hechos». Mejor dicho: tiene que ver con las relaciones. Pues un hecho no es otra cosa sino un encadenado de relaciones, que, en su interactuación, determinan circunscripciones relacionales de orden espaciotemporal.

Y dos factores entran en conjugación para que se determine una dada realidad:

1) Factores puramente físicos, cuánticos y mecánicos;

2) Factores arbitrales, de orden mental, que pueden concurrir en los encadenados de tipo natural físico.

Un previo conocimiento de un hecho que aún no pasó puede obedecer a la categoría ordinaria de previsión, que se pauta por la lógica, o a la categoría extraordinaria, que se deja conducir por la intuición de orden intelectual.

Si previmos que un dado equipo gana otra vez más la copa estamos utilizando al método lógico muy probablemente. A menos que tuviéramos una intuición intelectual (precognición).

Yo tuve un sueño, cuando era un chaval, en mis diecisiete años, en que un pequeño monomotor alado se estrellaba en el suelo. Y eso de hecho pasó un mes después.

Fue una precognición. Por eso ha sido una previsión de orden extraordinario.

Todavía ella no implicó ni conlleva que los hechos estén ocurridos antes de acontecer.

Lo que ha pasado fue que yo conseguí, de alguna manera, viajar en el tiempo con mi mente libre y captar a ese hecho futuro. ...Como una posibilidad de acontecimiento, no como un hado inevitable, fatal.

Todo lo que pasa, igual que todo lo que no pasa, ambos están en el reino de la posibilidad mientras probabilidad de ocurrencia.

En un escenario natural físico corto, muy circunscripto, se vuelve más fácil una previsión. Ordinaria, o extraordinaria. Y a consecuencia, su correspondiente precognición.

Sin embargo, cuando los factores de coincidencia, que son los factores que convergen en una determinada tela relacional, se abren en su abanico y se multiplican, esa probabilidad y la previsión que uno pueda intentar conseguir se ven reducidas, siendo proporcionales las dos líneas del gráfico correspondiente.

Por eso se vuelve viable que una tecnología sumamente avanzada consiga prever hechos con una certidumbre casi matemática. No obstante, el futuro no está predeterminado, como pasaba en el determinismo universal de Laplace o en el eterno regreso de Nietzsche y en las culturas preclásicas de caldeos y babilonios.

Así que podemos seguir apostando en La Primitiva o en Euromillones, porque no está escrito, en parte alguna, que el ganador del concurso X será el señor Y.

EV,

13-12-2016.