Edmundo Vallellano Castellano/Español

Vida es vida, existencia es existencia. No me canso de observarlo, porque la gente obstinadamente (i.e.: 'burramente') no lo entiende.

La existencia incluye la vida, pero la vida no agota la existencia. Es menor que ella, menos amplia.

Una idea existe y no detiene vida como la posee una célula.

Por eso ambas existen (y la existencia de una idea es mucho más constante, pues que siempre es la misma, al paso que la célula cambia su estructura según las relaciones interatómicas e intermoleculares), pero la idea no vive.

Vive el cuerpo, al paso que el pensamiento solo existe. Todavía existiendo mucho más real que el cuerpo, ya que el pensamiento, mientras capacidad/fuerza de razonamiento que es, permanece siempre idéntico como sencillo poder que es y no pasa, al paso que el cuerpo cambia a cada instante y al final zozobra por la muerte.

Fue la tradición cultural del Occidente que hizo que se identificara la Vida con la Existencia, pero el espíritu existe y todavía no (de)tiene vida de igual manera que una célula.

El espíritu (conciencia), mientras energía pura, se vuelve esencialmente pensamiento: es una existencia de orden inminentemente mental. Sabiéndose que la mente no es el cerebro: éste sólo se trata de un órgano del cuerpo, por medio de quien, como si fuera una central de comando, el todo orgánico se coordina – y poco más.

Lo que de esencial la vida y la existencia tienen de común es el movimiento, ya que el fundamento de la existencia es la vibración esencial, que se trata de vibración pura, de valor absoluto. Y la vibración es movimiento, en su expresión relacional.

4–7–15.