Edmundo Vallellano Castellano/Español

No más volvi a dispensar atención al fenómeno del fútbol desde hace casi una década.

Todavía lo sigo mínimamente en los momentos de una copa mundial.

Y lo que puedo constatar es que el fenómeno de la globalización ha producido lo siguiente:

Los equipos nacionales presentan, hoy día, verdaderas multinacionales del balón.

Argelia no más es Argelia: tal vez que se trate de una Francia C, ya que la Francia A y la Francia B son (supuestamente) representadas por los 22 de la Francia-simplemente-Francia. Ya que, si Zidane fue un francés, ¡Entonces los actuales jugadores de Argelia son franceses idénticamente!

Incluso Nigeria juega con un descendiente de nigeriano que todavía nació en la capital del actual Uzbekistán e hijo de madre no africana.

Bélgica y Suiza no son más que una amalgama de macedonios y kosovares e individuos de orígenes congolés, marroquí y otros.

Muchas de las representaciones nacionales utilizan a jugadores brasileños de calidad dudosa. Que es casi una moda hacerlo, al menos jugando con un.

Sólo basta con investigarse a todo esto para saberlo que es verdad.

No pasa nada. Menos el hecho de que, a un ciudadano absolutamente normal las autoridades administrativas ya le piden este mundo y otro para que obtengan la nacionalidad – menos España con respecto al caso de los latinoamericanos y al de los ibéricos no españoles, que pueden obtenerla bajo el concepto de memoria histórica... .

La globalización, ésta, es una hipocresía.

Y como Heidegger ha demostrado, la autenticidad es la única forma de vivirse en verdad y sobre todo la única para (buscar) serse verdadero.

Julio, 2014.